24 de noviembre. Carucedo (León). Montes de suavísimo declive que encierran el Lago de Carucedo, leemos en El Señor de Bembibre. Un monte mediterráneo espeso, achaparrado, de encina y madroño, con su elenco de plantas acompañantes: jaras, cornicabra, labiérnago, retama loca, torvisco, rusco, rubia… Aquí y allá algunas encinas de notable porte y, aislados o en pequeños grupos, grandes alcornoques.
Estos zufreiros de El Frade son verdaderamente magníficos. Sus ramas tortuosas asemejan poderosos brazos. Parecieran titanes. Recordamos, leyéndolo como si de una oración se tratase, un texto de Hermann Hesse. En la forma de los troncos, en sus cicatrices, están descritas con fidelidad las luchas, las enfermedades, la dicha y la prosperidad; años flacos y años abundantes, agresiones soportadas y tormentas sobrevividas… Inspiran un profundo respeto.
El lugar es monumento y santuario. Triunfo rotundo de la vida.






El Frade, mirador natural de Las Médulas. Fruto y flores del madroño. Helvella crispa.


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