
Agateador europeo (Certhia brachydactyla)
1 de enero. León. Días de niebla y temperaturas muy bajas. Hemos dado nuestro primer paseo por la ribera del Río Bernesga a su paso por la ciudad de León. Lo hacemos todos los años por estas fechas. ¿Veremos al martín pescador? ¿Veremos a los jilgueros lúganos? Esta vez no. Encontramos, eso sí, a la garza real en una pequeña mejana, encogida. No es para menos. Pobre. Una lavandera cascadeña patrulla el río. Entre la vegetación de ribera observamos mosquiteros comunes y currucas capirotadas. Escuchamos al chochín. A pesar del frío, hay vida.
Finalmente, localizamos un grupito de páridos. O, quizás, nos localizan ellos: carboneros comunes, herrerillos, mitos… En los cedros del Himalaya (Cedrus deodara) de los jardines cercanos se mueven, inquietos, los garrapinos. Las piñas se abren y caen al suelo escamas y semillas. Y estos pequeños carboneros descienden en vertical sobre ellas, como paracaidistas, una y otra vez.
Un treecreeper (Certhia brachydactyla) sube en espiral por un tronco. Aparece, desaparece. Aparece, desaparece. Se detiene. El gateatroncos escudriña la corteza en busca de alimento. Sí, hay vida.
…pero si la variedad de los fenómenos va y viene ante nosotros sin que en ellos tengamos parte, o si no tenemos capacidad receptiva para tan magníficas ofrendas…, escribe Goethe.


Deja un comentario